Un día como hoy (pero de febrero)

La boca me sabe a tierra, al masticar siento pedazos de lo que parecen ser mis dientes rotos, no veo claramente, todo sigue dando vueltas a mi alrededor.
Una voz me pregunta que si estoy bien, no puedo saberlo, trato de mover mis manos pero no las siento, mucho menos puedo mover las piernas.

-que me paso?
aquella voz me dice llorando:
--se nos atravesó un caballo!
-que?
--si, y por tratar de esquivarlo nos volcamos!
-no puedo moverme, no siento las manos, (mientras escupia) que traigo en la boca? se me rompieron los dientes?
--no, es tierra y piedras.
luego me suelto a llorar haciéndome la clásica pregunta:
-por que a mi?

Un montón de mirones o “almas caritativas” ansiosos de ayudar comienzan a tratar de sacarme del carro…
-Uno de ellos: Tienen que salir de allí! Ayúdenme a sacarlos!(mientras jalaba mi brazo por la ventana)
-No me muevan!!!
-Uno de ellos: tenemos que sacarlos, el carro va a explotar!
(ay amigo, creo que has visto demasiadas películas)
-no va a explotar! No me muevan!
Se acercan otros chicos más:
- a un lado! Somos estudiantes de medicina!, se sienten bien? Que paso?
(wow, no te ha servido de nada tanto libro? Nos volcamos gueeey!)
--nos volcamos!
-Salgan del carro! Va a explotar!
(otro?)
-les digo que no va a explotar!, me lastime el cuello, si me mueven me puedo quedar invalida!
--nosotros podemos ayudarte!
-no me muevan chingado! llamen a una ambulancia!
Cada gente nueva que iba llegando decía lo mismo: sáquenlos por que va a explotar!
¡¡¿Por que nos haces esto hollywood?!!

El dolor era insoportable, la sangre me hacia cosquillas en la cara y el tiempo parecía eterno mientras regañaba a todos los que llegaban a sacudir el carro para sacarnos, tenia que ser grosera para alejarlos, pero no necesitaba héroes, necesitaba un maldito collarín!

Al fin llego la ambulancia, tardaron más de media hora para poder ponerme el collarín, no era fácil maniobrar entre los fierros retorcidos, el techo estaba tan aplastado que la gente se preguntaba si podrían sacarme… y si, batallaron mucho pero lo hicieron!
Dicen que a penas me pusieron dentro de la ambulancia y me desmaye, creo que fue por que me sentí más segura.

Al despertar me encontré acostada en el cuarto de un hospital, quien te quita la ropa en esos casos? Por que no te dejan nadita! mas que la bata fea esa. Lo bueno es que ya podía mover las piernas, pero seguía sin sentir mi brazo derecho. Pensé que ya nunca podría volver a dibujar, ni se diga volver a entrenar y me deprimí mucho por ello.

Tenía muchas ganas de vomitar, odio el olor a sangre y mi cabeza estaba llena de ella.
Mi madre pasó toda la noche quitando los toritos de mi cabello, se hacían un terrible nudo difícil de deshacer al empastarse con la sangre seca.
Después de varios estudios y casi dos semanas en el hospital, me dejaron ir a casa inmovilizada con el collarín. En ese tiempo pude volver a mover la mano, pero la insensibilidad de mis dedos permaneció un buen rato más.

Me sentía muy inútil al no poder hacer nada, pero era chido que me llevaran comidita a la cama y que la Marce me hiciera las tareas.

Un día llego mi prima Ale con un recorte de periódico de un pueblo cercano a donde fue el accidente, lo primero que llamo mi atención fue la fotografía del carro conmigo dentro, no reconocía mi cara por la sangre y la expresión de dolor mientras un miembro de la cruz roja intentaba deslizar el collarín por debajo de mi. Luego vi el encabezado que decía: MUJER LASTIMADA EN VOLCADURA
hey un momento! Yo no soy mujer!, bueno, en los pueblos las llaman mujeres desde los 14 años. Después del enojo leí la tonta nota totalmente inventada, omitieron nuestras declaraciones pues el caballo que se había escapado junto con otros 4 y estaba en media carretera le pertenecía a uno de los meros meros del pueblo, así que la versión del periodicucho fue que veníamos jugando carreras y el automóvil perdió “la verticalidad”, aha! Veníamos de puntitas jugándole carreras al caballo y luego nos tropezamos! Por dios!